UNA ACTIVIDAD DE INTERPRETACIÓN DEL ENTORNO
El pasado 9 de octubre se desarrolló un paseo interpretativo desde el pueblo hasta el paraje del Remolinar para leer el paisaje, descubrir su origen y, también, para conocer algunos de los habitantes de este espacio natural. Esta actividad educativa se puso llevar a cabo gracias al Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra.
Era una mañana fresca y soleada. Nos encontramos a las nueve en el colegio, bien abrigados y bien protegidos con sus gorras y sus mascarillas, nos despedimos de sus mamás y papás y nos pusimos en camino, dando comienzo a la excursión.
A la salida del pueblo nos encontramos varios pajares y les explicaron a los niños/as que hace mucho tiempo en ellos la caña y las hojas de la planta del trigo después de separar el grano. La paja era muy importante pues servía de alimento y de cama para los caballos, mulos y bueyes que se empleaban para labrar los campos y para el transporte de personas y mercancías. Pero también para alimentar a los rebaños de ovejas que tenían los habitantes de Aguilar.
En los márgenes del camino encontramos muchas hierbas y plantas y comenzamos a investigar sobre sus semillas, observándolas a través de una lupa.
Seguimos avanzando y junto al camino había una piedra muy alargada que parecía la espalda de un gran dragón, por lo que nos pareció divertido caminar sobre aquella piedra.
Hacia el Cerro vimos unas capas hechas de unas piedras planas que rascaban al tocarlas y al observarlas a través de la lupa nos dimos cuenta que tenían unos pequeños granos, algunos brillantes, que nos recordaban a los que se pueden encontrar hoy en las playas.
Mientras tanto llegamos a El Remolinar, un lugar en el que el río Alfambra se acerca al Cerro. Llegamos a un pequeño bosque de chopos donde nos esperaba Deme, un biólogo que nos acompañaría el resto de la mañana y del que aprendimos un montón de cosas sobre los animales y las plantas. Deme estudia las costumbres de las aves utilizando un método para capturarlas con cuidado y así poderlas observar en la mano, por lo que con la ayuda de un libro pudimos reconocer la especie, el sexo y la edad de cada uno de los pájaros que nos mostró. Además se tomaron otros muchos datos como la longitud de las alas, la cola o la parte baja de la pata y el peso. Finalmente, se le colocaba una anilla de metal en la que estaban grabados unos números y unas letras con la que identificar al pájaro.
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